Asteroides y Meteoritos

Comparación de Ceres la Tierra y la Luna

Asteroides se llaman asteroides o pequeños planetas algunas decenas de miles de fragmentos rocosos, cuyas dimensiones varían desde un pequeño peñasco hasta tener 1.000 km. de diámetro, caracterizados por una superficie irregular y la ausencia de atmósfera.

Alrededor del 95 por 100 de estos cuerpos ocupa un espacio comprendido entre las órbitas de Marte y de Júpiter; sin embargo, algunos grupos orbitan cercanos al Sol, a Mercurio y otros se alejan hasta la órbita de Saturno. Se calcula que su masa total sea 1/2.500 con respecto a la de la Tierra, siendo comparable a Japeto, un satélite de Saturno.

 

Las hipótesis sobre los orígenes de los asteroides son varias; sin embargo, las más aceptadas en la actualidad se reducen a dos: 1) que los fragmentos asteroidales son el resultado de la destrucción de un solo cuerpo celeste; 2) que una familia de un limitado número de asteroides, no más de unos cincuenta, se formó desde el origen del sistema solar, pero que en sucesivas y recíprocas colisiones se fueron multiplicando.

 

El primer asteroide y el más grande es Ceres, de, 1.000 km. de diámetro, descubierto en 1801 por Giuseppe Piazzi, director del observatorio astronómico de Palermo. Algunos años más tarde fueron descubiertos Palas Atenea, con un diámetro de 530 km. (Olbers, 1802); Juno, con un diámetro de 220 km. (Harding, 1804), y Vesta, con un diámetro de 530 km. (Olbers, 1807).

 

Un gran impulso a la clasificación de los asteroides fue dado por Max Wolf en 1891, con la introducción de la investigación sobre placas fotográficas. Hoy los asteroides clasificados son más de dos mil y existen dos grandes centros mundiales, uno en los Estados Unidos en Cincinnati (Ohio) y otro en la Unión Soviética en Leningrado, que se ocupan exclusivamente de su estudio.

 

Según su posición orbital, los asteroides se subdividen en tres grupos: 1 ) el llamado cinturón principal, que está ocupado por el 95 por 100 de todos los asteroides conocidos y se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter, exactamente entre 2,2 y 3,3 UA del Sol.
Aquí los asteroides más interiores tienen períodos orbitales de aproximadamente dos años, los más exteriores de seis años. En el interior de este cinturón existen vacíos denominados por los estudiosos “lagunas de Kirkwood” (llamadas así por el astrónomo que las observó por primera vez en 1866) y en las que no está en órbita ningún asteroide. Estas lagunas están causadas por la presencia cercana del planeta más grande del sistema solar, Júpiter, que tiene un período orbital de doce años.

 

Cuando un asteroide ocupa una órbita que tiene un período similar al de Júpiter, es alejado por la fuerza gravitacional de este último. Las lagunas más llamativas se encuentran en correspondencia de órbitas con períodos de 4; 4,8; 5,9 años. 2) Los denominados pequeños planetas troyanos, que ocupan la misma órbita que Júpiter, precediéndolo o siguiéndolo en ella.

 

A su vez, se subdividen en el llamado “grupo de Aquiles”, formado por varios centenares de cuerpos que precede a Júpiter en aproximadamente 60 , y en el “grupo de Patroclo”, un poco menos numeroso, que sigue a Júpiter a 60 3) El grupo Apolo y Amor, formado por un millar de cuerpos en total y caracterizado por órbitas mucho más elípticas, que se extienden a los planetas interiores y que, por tanto, pueden, potencialmente, entrar en colisión con la Tierra.
Imagen de arriba: Impacto de meteoro o pequeño asteroide en Tunguska
A este propósito, algunos astrónomos sostienen que varias catástrofes del pasado, como por ejemplo la extinción de los dinosaurios del Cretáceo-Terciario, hace 65 millones de años, fue causada por la caída en la Tierra de uno de estos asteroides, con un diámetro estimado de aproximadamente 10 km.

 

Los objetos del grupo Apolo y Amor, sin embargo, según algunos estudiosos, no serían una derivación del grupo originario de los asteroides, sino núcleos de Cometas, carentes de la componente volátil y reducidos a orbitar entre los planetas interiores.
La composición de los asteroides se establece por medio de métodos de análisis indirecto, gracias a la luz que ellos reflejan.

 

Los resultados indican que, en su mayor parte, estos cuerpos celestes estarían compuestos de sustancias similares a los meteoritos, es decir, fragmentos de composición pétrea o ferrosa que se precipitan sobre la Tierra, provocando el espectacular fenómeno de las estrellas fugaces y que, a veces, logran ser recuperados.
Los asteroides, como lo han indicado algunos astrónomos, podrían convertirse en el futuro en óptimas reservas de minerales valiosos que escasean en nuestro planeta. Por tanto, podrían ser ampliamente aprovechados en una futura colonización humana del sistema solar.

 

El espectacular bólido Huelva (SPMN211007) registrado por las cámaras de vídeo de la Universidad de Huelva ubicadas en Sevilla. La cámara de vídeo estaba dotada de una red de difracción que descompone la luz de la bola de fuego (véanse las líneas espectrales que aparecen a la derecha) y permite determinar la temperatura y composición química de la partícula. Su órbita en el sistema solar mostró que estaba asociada al famoso cometa 1P/Halley. Imagen Dr. José M. Madiedo (Univ. Huelva-CIECEM)
Meteoritos con este nombre se indica un fragmento más o menos grande de material extraterrestre, que cae al suelo y es recuperado. El fenómeno luminoso al que da lugar este cuerpo penetrando en la atmósfera se llama en cambio Meteoro.

Meteorito comparado con una moneda de 20 centimos de euro.

Otro de mis Meteoritos comparado con una moneda de 20 centimos de Euro.

Los meteoritos caídos en la tierra y recuperados son en total unos 2.000; a través de los diversos tipos de análisis se ha podido estudiar su estructura física y química y formular hipótesis sobre su origen.

 

El número total de meteoritos que caen en nuestro planeta es estimado en unos 500 al año; pero de estos, 300 terminan en los océanos, mientras un buen porcentaje de los que llegan al suelo caen en zonas desérticas; así, el número de los que se encuentran anualmente es muy bajo y no supera actualmente la decena.

 

Desde el punto de vista de su naturaleza, los meteoritos se dividen en tres clases: pétreos o aerolitos; ferrosos o sideritas; pétreo-ferrosos o siderolitas.
Para cada una de estas clases hay también subdivisiones, sin embargo recordaremos aquí solo que los meteoritos pétreos se subdividen en condritos (del nombre de pequeñas partículas esféricas, llamadas cóndrulos, que las caracterizan).

 

Las observaciones ópticas han demostrado que la gran mayoría (92,7 por 100) de todos los meteoritos que caen a la Tierra, pertenece a la clase de los pétreos, y, en particular, a la subclase de los condritos (84,8 por 100); mientras es muy pequeño el porcentaje de los ferrosos (5,6 por 100) y de los pétreo-ferrosos (1,7 por 100).

Estas proporciones avalan la hipótesis de algunos estudiosos, según la cual la mayor parte de los meteoritos proviene de la desintegración de núcleos cometarios: en efecto, hoy se considera que los materiales sólidos contenidos en los núcleos cometarios son también de tipo condrítico.
A pesar de ello, la mayoría de las muestras encontradas en el suelo, pertenece a la clase de los meteoritos ferrosos (54,5 por 100). Esta aparente paradoja se explica con el hecho de que los meteoritos pétreos, una vez caídos al suelo y no recuperados de inmediato, son fácilmente destruidos o alterados por los agentes atmosféricos, mientras que los ferrosos resisten más tiempo y pueden ser encontrados incluso muchos años después de la caída.

 

El meteorito más grande que se conoce es el de Grootfontein, en Namibia: pesa 60 toneladas y es del tipo ferroso.

 Meteorito de Grootfontein, en Namibia

El meteorito más grande del tipo pétreo es el de Norton County, en Kansas: se trata de un condrito con un peso de una tonelada.

Meteorito de Norton County, en Kansas

A veces la observación precisa de un bólido lleva a la reconstrucción de la trayectoria y a la localización de los fragmentos. Un hecho de este tipo ha sucedido hace algunos años en Checoslovaquia, donde el registro fotográfico de un bólido, el 7 de abril de 1959, permitió la recuperación de los fragmentos en las cercanías de la ciudad de Pribram. Los fenómenos físicos que acompañan la caída de un meteorito han sido profundamente estudiados.

Meteor Crater

El Cráter del Meteorito Barringer también conocido como Cráter del Meteoro o meteor crater, es el sitio de impacto de un meteorito localizado a 55 km al este de la ciudad de Flagstaff, en el norte de Arizona, Estados Unidos. 35°01′39″N 111°01′20″O

 

La explosión y la energía térmica liberada por el impacto hubieran matado inmediatamente a todas las criaturas vivientes en un radio de 3 a 4 km . El impacto produjo una bola de fuego lo suficientemente caliente para causar graves quemaduras a una distancia de hasta 10 km.
La onda de choque viajando a una velocidad de 2.000 km/h es lo suficientemente fuerte para derrumbar cualquier cosa en su camino dentro de un radio de 14-22 km, disipándose con fuerzas de vientos huracanados en un radio de 40 km.
La mayor parte del meteorito fue vaporizado. Fragmentos relativamente grandes de níquel-hierro, variando entre el tamaño de gravilla y bloques con pesos de hasta 640 kg, han sido recuperadas en el terreno alrededor del cráter. Varios miles de toneladas de pequeñas gotas de níquel-hierro, del tamaño de granos de arena, cayeron en y alrededor del cráter, después de condensarse desde la nube de vapor metálico resultante del impacto. Muy poco del meteorito fue encontrado en la fosa excavada para encontrar tales restos.

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