El 4 de febrero de 1999 los cosmonautas Rusos Ghennadi Padalka y Serguei Avdeyev, intentaron desplegar la primera linterna en órbita sobre la tierra, con ella se conseguiría iluminar ciertas zonas de la tierra donde llega poca luz o ninguna como es el caso de las zonas cercanas al Ártico donde las noches duran 6 meses, las organizaciones ecologistas, no veian con buenos ojos que brillara un nuevo sol, el cual iluminaria una extension de 8 kilómetros de diámetro con una intensidad entre 5 y 10 veces al de la luna llena.
El febrero de 1993, una experiencia similar de iluminación solar fue realizada con éxito durante cinco horas. Los habitantes de algunas zonas de Europa observaron una «luz extraña e inesperada», según recuerda Vladimir Siromiatnikov, que muchos asociaron a la estela de una nave extraterrestre. Pero la realidad era mucho más pragmática. La luz estelar procedía de un velo solar de 20 metros de diámetro.
En 1999 yo era un ferviente seguidor de la estación espacial Mir (Paz en Ruso) y de los experimentos llevado a cabo en dicho complejo Espacial, con mi programa rastreador de satélites mis emisoras de radio y unos gigantescos prismáticos estaba preparado para observar dicho experimento.
Este descomunal espejo de 25 metros de diámetro seria visible desde la superficie de la tierra como una linterna Sobrenatural.
El experimento “Znamia” (“Bandera”) consistía en desplegar una vela giratoria de aluminio de 25 metros de diámetro, tarea que debían realizar en siete minutos los astronautas rusos Ghennadi Padalka y Serguei Avdeyev.
Según las previsiones, la primera ciudad que veria el nuevo sol seria Zurich (Suiza) el carguero espacial Progress tenía que alejarse de la Mir y órbitar lentamente sobre sí misma para que la superficie del espejo se desplegase por efecto de la fuerza centrífuga y sin ayuda mecánica, El espejo orbital también iba a ser orientado hacia otras regiones del planeta situadas en Rusia, Francia, Suiza, Alemania, Bélgica, los Estados Unidos y Canadá.
Con este experimento se conseguiría una fuente inagotable y barata de luz estelar proveniente del Sol para convertir en luz las tinieblas de las regiones polares de la Tierra o zonas devastadas iluminandola desde la órbita terrestre.
Proyector sobrenatural
El velo de aluminio reflejaria la luz proyectando un círculo luminoso de entre cinco y ocho kilómetros de diámetro. Para el observador en la Tierra, seria como si un proyector de luz sobrenatural rasgara la noche desde las estrellas. El espejo se desplazaria durante 24 horas al ritmo de las evoluciones de la nave Progress, unos siete kilometros por segundo.
Para el creador de este proyecto, Vladimir Siromiatnikov -que llevaba 10 años trabajado en el velo solar- el objetivo de Znamia era «humanista». Se trata de una nueva tecnología simple y barata para hacer más fácil la vida en el gran norte ruso, donde reina la noche buena parte del año y las temperaturas alcanzan los 50 grados bajo cero.
Con ello se conseguiria iluminar las regiones más frías y oscuras del planeta y en el futuro disponer de islas de luz solar a un mínimo coste energético. Otro de los objetivos consistia en la posibilidad de iluminar desde el espacio áreas agrícolas y zonas en las que se produzcan catástrofes naturales, ecológicas o tecnológicas.
El febrero de 1993, una experiencia similar de iluminación solar fue realizada con éxito durante cinco horas. Los habitantes de algunas zonas de Europa observaron una «luz extraña e inesperada», según recuerda Vladimir Siromiatnikov, que muchos asociaron a la estela de una nave extraterrestre. Pero la realidad era mucho más pragmática. La luz estelar procedía de un velo solar de 20 metros de diámetro.
El ambicioso proyecto recibiria un empuje decisivo en el año 2000, cuando los científicos pensaban despleguar en el espacio un velo de 70 metros de diámetro. Se construirá un velo solar, idéntico al anterior pero de 200 metros de diámetro, con capacidad para iluminar cinco grandes ciudades al mismo tiempo, que seria desplegado en el año 2003.
Con este mismo velo, los científicos rusos pretendian navegar por el espacio utilizando como combustible el viento solar, una idea que los escritores de ciencia ficción llevan planteando desde hace décadas.
Pero parte del que seria el primer espejo espacial quedó atrapado en una de las antenas del carguero espacial Progress, de la que debía desplegarse completamente para captar los rayos del sol y reflejarlos hacia la Tierra, pero el experimento fallo.