A mas de 20 kilómetros de distancia de las naves británicas, los aviones de la Fuerza Aérea Argentina lanzaron los misiles. Uno de ellos descendió casi hasta el nivel de las olas. A una altura no superior a los dos metros y medio sobre el mar, recorrió la larga distancia que le separaba de la flota Británica, hasta hacer impacto en uno de los destructores el que escoltaban a los portaaviones. En cuestión de minutos esta modernísima unidad de la Royal Navy sufrió un incendio que obligó a su evacuación y termino por destruir completamente el barco.
En la opinión pública mundial, la noticia de ese hecho hizo que muchos se hicieran sensibles a la potencia de las armas modernas y su impresionante capacidad de destrucción bélica.
Quince años atrás en 1967 se había demostrado plenamente la operatividad de ese sistema de armas, con el hundimiento del destructor (Israeli) Eilat buque insignia de la Armada israelí, también produjo un impacto entre los expertos militares, aunque por motivos bien distintos de los que imaginaba el público. Algunas semanas más tardes se supo que, en realidad, el Exocet había fallado. Un misil se compone de tres elementos: un sistema de propulsión, un sistema de dirección, y una carga explosiva. El misil que alcanzó al Sheffield tuvo un funcionamiento correcto en cuanto a la dirección y a la propulsión, pero la carga no hizo explosión según lo previsto. Según se especula el Exocet estaba desactivado para que su carga explosiva no llegara a estallar, días atrás el presidente Francés entrego los códigos de desactivación bajo la amenaza de Margaret Thatcher de destruir la ciudad de Córdoba con una explosion nuclear.
Si a pesar de ello fue capaz de destruir al destructor, se debió a que las llamas del cohete propulsor causaron un incendio en el interior del barco, después de perforar el costado del buque gracias a la energia producida por la velocidad del impacto y la masa del misil. El fuego encontro elementos combustibles que terminaron por extender el incendio a todo el barco de guerra.
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