75 años enviando señales

Desde 1936 el Submarino C-3 envia señales a la superficie como si sus marinos quisieran ser rescatados

En 1996 Antonio Checa, un abogado malagueño aficionado a la mar se encuentra disfrutando de un día de pesca en el llamado “Bajo del Submarino” a unas cinco millas del puerto de Málaga, cuando observa como emergen desde el fondo del mar gotas de gasoil y aceite. Después de comprobar el estado de su lancha se dirige a puerto y relata los pescadores locales lo sucedido, estos le cuentan la historia de un submarino hundido por aquella zona durante la guerra.

 

En días posteriores vuelve a la misma situación y el fenómeno se repite. El posible pecio se convierte en una obsesión. Decidido a resolver el enigma desarrolla durante dos años una febril actividad en busca de pruebas que demuestren que el pecio y los restos del “C-3” son una misma cosa. Escribe al Museo Naval, investiga en Internet, interroga a los pescadores y navegantes locales hasta que finalmente logra entrevistarse con Arsenio Lidón, único superviviente del submarino con vida.

 

Está convencido de que el submarino está allí, pero le hace falta una identificación por lo que contrata un vehículo submarino y lo sumerge en la zona. Sesenta años después el “C-3” vuelve a asomarse la superficie en forma de imágenes de vídeo que aunque no del todo nítidas permiten adivinar una superestructura que podría ser la torreta, una forma oscura y alargada que podría corresponderse con el puente y algo parecido a los tubos de proa. Entusiasmado solicita la confirmación de la Armada…

 

En noviembre de 1998 el Estado Mayor de la Armada envía a la zona al Buque de Investigación y Salvamento “Mar Rojo” apoyado por buzos de la Unidad de Buceadores del Estrecho.

 

La campaña se inicia con una serie de pasadas con el Sonar de Barrido Lateral cuyos resultados no pueden ser más esperanzadores ya que desde la primera pasada se obtiene un contacto claro e inconfundible correspondiente a la silueta de un submarino. Después de sumergir el vehículo submarino y al no obtener imágenes definitivas el comandante, aconsejado por su larga experiencia submarina, decide realizar una inmersión tratando de obtener una identificación visual.

 

A primera hora de la mañana todo está preparado y los buzos comienzan la inmersión. Alcanzados los 58 metros el buzo 1 se detiene y estremecido alarga el brazo señalando a su compañero lo que sin duda ambos identifican como los restos de un submarino hundido. No hay duda, la silueta es inconfundible, el escalón de popa de la torreta, las antenas, y posteriormente una vez alcanzado el fondo, el periscopio. El submarino yace partido en dos a la altura del primer tercio de su eslora y completamente rodeado de redes y otras artes de pesca. La identificación ha sido positiva y los buceadores, cumplida su misión, regresan a superficie.
 

 
Referencias
Memorian Historica Asociación para la recuperación de la memoria histórica
Ocean Projet Divulgación de pecios y de los fondos marinos
Wikipedia Wikipedia, la enciclopedia libre
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